Aparcó la moto para llevar los pedidos en tabla. Cuenta
que lo hace más rápido.
Andrés Diez empaca el manjar y en vez de subirce en la
motora de la pizzeria o en una bicicleta
para entregar el encargo, agarra su patineta y se escurre por las vias de
Chapinero. Este pizzero y skater profesional es el único en Bogotá que reparte
pizza en un skateboard. “Empezamos con el negocio en la calle 73, al frente de
la Pedagógica. Luego nos vinimos para Chapinero y montamos este local”, dijo
Andrés, en local de HC 10 Pizza, en la carrera 9a, con calle 62, su negocio
desde hace 5 años.
Hicieron a un lado la bicicleta panadera de los envíos
y la moto estruendosa e invasora de las aceras y se aventuraron sobre sus tablas,
que se ajusta a cualquier portal y entra en el ascensor. “Llegamos hasta la calle 72, Chapinero alto, bajo, los
linderos con Teusaquillo”, señala Andrés,
quien practica el deporte desde hace 18 años y es un referente, al igual que su
establecimiento, para los seguidores y los que practican la actividad en la
ciudad. ¿Y habrá caído al suelo?
Andrés reflexiona la respuesta unos segundos y dice
que no, que ya le tiene el tiro a la ‘vuelta’ y hasta puede llevar en un sólo
viaje tres cajas, “Lo único que me ha pasado raro es que la tabla se me queda
en las porterías o que a veces en los ascensores chiquitos o entra el aparato o
el pedido”. Su capacidad al tiempo de andar las calles de Chapinero
le permiten romper récord personales: hasta la 72 con 11 en 10 minutos. A la
Circunvalar con 63, ocho minutos. Los que esperan ansiosos por la pizza cuando
lo ven llegar así, casi volando, se asombran y le preguntan que ¿cómo lo hace? ¡qué
mucho teso usted!
Andrés está casado con Marcela Carvajal y procrean dos
hijos: Simón y Martín, ambos de ocho años. Los dos estudiaron gastronomía y
desde hace tiempo en la Pedagógica preparan pizza ‘guerrera’ y ‘callejera’ de
5.000 pesos la ración con bebida incluida. En un viernes bueno, de ‘casa llena’,
como los llama él, pueden despachar hasta 500 porciones.
El sitio, que está decorado con patinetas en la
paredes y grafitis, además es punto de reunión para los skaters bogotanos. Llama
otro cliente, tiene hambre, Andrés a la tabla.