Hannah Gastonguay dijo a la Associated Press que ella y su esposo "decidió dar un salto de fe y ver que Dios nos guió." La familia, que tiene dos niños pequeños, huyo de la vorágine de los Estados Unidos y fijó la vela hacia la isla de Kiribati en mayo. Sin embargo, Dios no tomó el timón y quedaron a la deriva en el Océano Pacífico durante 91 días.
Foto: Silhouette Captain Looking Through Binoculars (shutterstock) |
Durante el éxodo hacia la nada, su barco se jodió "tormenta, tras tormenta, tras tormenta." El daño los forzó a dirigirse hacia las Islas Marquesas más cerca, pero habían avanzado poco.
Un buque de carga canadiense los vio y les cedió algunos materiales. Pero la cagaron cuando el gran barco topó con el barco pequeño, lo que resultó en un daño más grande que su fe.
Sin guardar pan para aquel fatídico mayo, al final fueron recogidos por un buque samaritano pesquero de venezolana que los vio.
"El capitán dijo: '¿Sabes dónde estás? Estás en el medio de la nada '", Gastonguay dijo a la Associated Press.
Después de ser llevados a una nave de carga japonesa, la familia peregrina terminó en Chile. Funcionarios de la embajada de Estados Unidos dispusieron de recursos (que posiblemente son sacado de los impuestos) para que puedan ser regresado a su amado terruño de libertad.
Fuente: rawstory